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Cristo de la caída
Jorge Vinatea Reinoso
Arequipa, Perú, 1900 - Lima, Perú, 1931.
Por Luis Eduardo Wuffarden

Jorge Vinatea Reinoso fue uno de los exponentes más celebrados del nacionalismo artístico en la década de 1920. Se inició como caricaturista e ilustrador autodidacta en Arequipa, su ciudad natal, antes de establecerse en Lima. y ocupar un espacio importante en la prensa capitalina. En 1919 ingresó a la primera promoción de la Escuela Nacional Bellas Artes, para formarse como pintor. Pese a su prematura muerte, la intensa capacidad de trabajo desplegada por Vinatea le permitió dejar una vasta producción pictórica y gráfica. En sus primeros cuadros predominan los motivos limeños y criollos; posteriormente, sus viajes de estudio a Arequipa y el sur andino darían lugar a ambiciosas composiciones de temática andina que conjugan la destreza técnica aprendida de Daniel Hernández con el nacionalismo temático impulsado por Manuel Piqueras Cotolí, José Sabogal y el grupo indigenista.

Nacido el 13 de abril de 1900 en Arequipa, Jorge Vinatea Reinoso provenía de una extensa familia de clase media, conformada por dieciocho hermanos. Su inclinación precoz por el arte queda manifiesta en un cuaderno de dibujos fechado en 1913 (hoy en el Museo de Arte de Lima), donde copió a conocidos caricaturistas e ilustradores del momento, como Julio Málaga Grenet y Francisco González Gamarra. Cuatro años después, Vinatea compartía la medalla de bronce con el joven pintor Manuel Domingo Pantigoso en el concurso de acuarelas organizado por el Centro Artístico de Arequipa. Ese mismo año presentaba su primera exposición personal, conformada por caricaturas de personajes locales, en el estudio fotográfico de los Hermanos Vargas (Arequipa).

A inicios de 1918 decidió establecerse en Lima, en busca de trabajo y quizá atraído por la inminente fundación de la Escuela Nacional de Bellas Artes. El primer directo de este centro, el académico Daniel Hernández, lo consideró entre sus mejores discípulos. Fue también alumno del escultor español Manuel Piqueras Cotolí, creador del estilo arquitectónico neo-peruano y rival de José Sabogal en el liderazgo de los futuros artistas. En paralelo con su aprendizaje en la ENBA se integró al plantel estable de la revista Mundial, fundada en abril de 1920. Como director gráfico de ese semanario, su trabajo consistía en el diseño y diagramación de las páginas, la elección de las portadas y sobre todo la elaboración de una caricatura que, a manera de editorial gráfico, aparecía en la contraportada de cada número.

Hacia 1924, junto con sus maestros y con los alumnos más destacados de la ENBA, Vinatea intervino en la decoración del Salón Ayacucho. Se trataba de una construcción efímera levantada dentro del nuevo Palacio de Gobierno con motivo del Centenario de la batalla que selló la independencia americana. En esa ocasión, el joven pintor realizó dos “sargas” de gran formato, la primera de temática colonial con una escena ambientada en la plaza Mayor de Lima; y la segunda titulada “Las fruteras.” Estas telas marcan una fugaz etapa de acercamiento entre el estilo pictórico y gráfico del artista, que se evidencia en una pronunciada estilización formal próxima al art-déco (Wuffarden y Majluf 1997).

En el contexto del primer salón de egresados de la ENBA (1925), Vinatea obtuvo la medalla de oro de su promoción. Expuso veintidós obras, entre óleos y acuarelas, mientras sus compañeros participaban con un promedio de siete obras cada uno. Por ello es posible considerar a esta como su primera exhibición individual, cuyo núcleo estuvo conformado por una gran tela titulada Procesión del Señor de los Milagros, junto con una serie de paisajes y escenas urbanas de Lima. En esas telas, el pintor intenta una aproximación verista a las gamas grises del cielo limeño y a los colores pastel de sus principales edificios. A contrapelo de la creciente modernización que por entonces vivía la capital, sus lienzos de tema criollo encierran un contenido evocador, de aire marcadamente nostálgico, que sintoniza con el pensamiento tradicionalista criollo de su tiempo.

Poco después, Vinatea emprendía un viaje al sur en busca de nuevos motivos para sus obras. A su paso por Arequipa, Cuzco y Puno realizó un gran número de acuarelas y estudios preparatorios, muchos de los cuales le sirvieron de base para realizar logradas obras pictóricas. Estas se distinguen por su estudiado equilibrio compositivo así como por una intensidad cromática además de un énfasis formal en el prima un sentido de lo estético en contraposición a la postura programática e ideológica del indigenismo sabogalino. Es el caso del cuadro alegórico titulado Arequipa, o de aquellas telas de gran aliento, a menudo compuestas a manera de tapices, que recogen paisajes del Altiplano y de la vida indígena alrededor del lago Titicaca. Son ejemplo de estas piezas finales Faenas del Titicaca y Atardecer en el lago. Al momento de morir, en 1931, Vinatea se encontraba en la plenitud de su carrera y fue considerado, de manera unánime, como uno de los artistas peruanos más talentosos de su generación.

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