
El burilador de mates Mariano Flores fue uno de los primeros artífices en su género en alcanzar reconocimiento como figura destacada del arte nacional. Activo desde fines del siglo XIX entre Huancavelica, Junín, Ayacucho y Apurímac, sus platos y azucareros, decorados con escenas históricas, civiles, agrarias, religiosas y regionales, alcanzaron fama en Lima en las primeras décadas del siglo XX. Fue considerado uno de los últimos buriladores de Mayoc, Huancavelica y reconocido como el difusor de la técnica del “trabajo fino”, heredado de los materos ayacuchanos del siglo XIX y difundido en Huancayo, Junín, en donde actualmente sigue vigente.
La destreza con la que Flores plasmó en los mates escenas de corridas de toros, semanas santas, bautizos, matrimonios, trillas y actividades de las comunidades campesinas y de las élites regionales, llamaron la atención del pintor José Sabogal, quien fue el primero en reconocer su estatuto de artista, aunque en una nota publicada en 1932, en que erradamente señala que el artista había fallecido. Allí, y en posteriores escritos, destacó el valor estético e histórico de los mates y advirtió en ellos la materialización del mestizaje en el arte.
El encuentro entre el burilador de mates y el pintor, así como la admiración mutua que se profesaban, quedaron registrados en obras de ambos artistas, creadas desde sus propios lenguajes y visualidades. Flores le dedicó en 1923 dos platos burilados a Sabogal y a su esposa Maria Wiesse y en 1930 le buriló un azucarero, dedicado al “ilustre artista Sr. José Sabogal honra y prez de la nación”, actualmente en el Museo de Arte de Lima. Sabogal, por su parte, retrató a Flores en un dibujo en el que aparecía con un mate en la mano (1932) y que posteriormente trasladó a una xilografía (1942), técnica que además asoció al trabajo de burilado. Sabogal reconoció además la fama de Flores en el Mantaro, donde era reconocido como el “champion” de los buriladores huantinos y el maestro de los buriladores huancas (Sabogal 1932).
Los azucareros eran los mates más representativos ejecutados por Flores. Eran vasijas hechas de calabaza o fruto de la familia de la Lagenaria que llevaban un corte transversal en la parte superior, que cumplía la función de tapa. Los bordes solían seguir las sinuosas líneas de las lacerías mudéjar y arcos lanceolados. Aunque no todos conservaban el color, la mayoría de piezas solía estar policromada con anilinas. El carácter narrativo de los platos y azucareros realizados por Flores se inscriben en la tradición que caracterizó al pueblo a Mayoc, heredero de la técnica fina del fondo negro de los materos ayacuchanos activos del siglo XIX, ámbito regional que Sabogal denominó el bajo Mantaro, en oposición al alto Mantaro que comprendía la zona de Junín.
Flores destacó por plasmar en mates temas históricos tomados de pinturas académicas que copiaba a través de revistas ilustradas, billetes y otros soportes de difusión gráfica. Buriló escenas como la respuesta de Bolognesi, los funerales de Atahualpa, el Combate de Angamos y la muerte de Túpac Amaru. Estas narrativas eran intercaladas con escenas de la historia regional, especialmente de la Guerra del Pacífico. En uno de los azucareros más antiguos firmados y fechados por Flores en San Mateo en 1898, una pieza con escenas de la rebelión de Huanta de 1896 dedicado a Manuel María Yrala, se identifica como el “maestro Mariano M. Flores”. La pieza se encuentra en el Museo Municipal de Huanta Ricardo Emilio Urbano Baluarte, en Ayacucho. Su firma aparece también en un mate dedicado a Arturo Jiménez Borja en 1946, actualmente en la colección del Museo de Artes y Tradiciones Populares del Instituto Riva-Agüero, de la PUCP.
Al ser un artista iletrado, la presencia de oraciones en español y en quechua revela los vínculos que tuvo con las élites ilustradas, artistas e intelectuales, en muchos casos comitentes, cuyos nombres han quedado consignados en sus mates, entre ellos, José Sabogal, María Wiesse (1923), Arturo Jiménez Borja (1946), Pío Máx Medina (1921), José Alfredo Hernández (1946), Nilo Meneses Galíndez, entre otros.
La calidad de los trabajos de Flores alcanzó importante fama a inicios del siglo XX. Segio Qujada, quien lo entrevistó en dos oportunidades, recoge el relato de un viaje que hizo a la capital: “aconsejado por amigos, hizo un largo y penoso viaje a pie, a lomo de bestia y en ferrocarril hasta llegar a Palacio de Gobierno logrando entrevistarse con el Presidente Augusto B. Leguía, en su primer gobierno en 1911, a quien inclusive buriló sus facciones y puso en sus manos seis mates burilados así como cuatro azucareros primorosamente tallados de escenas históricas y costumbristas. El Mandatario, sin otorgarle el exacto valor al arte popular, se limitó a ordenar que le comprase una cajita corriente de buriles y que le abonasen el pasaje de vuelta en tren hasta Huancayo” (Quijada 1985: 287-288).
Flores era un artista estacional que trabajó el mate burilado como oficio alterno a la actividad agrícola. La producción y venta de su obra fue itinerante. Se le podía encontrar en Mayoc, San Mateo, Churcampa, Huancayo, Huanta y otros pueblos aledaños a los que se desplazaba en las épocas de feria y mercado. En un testimonio, el investigador huancavelicano Oswaldo Rivas Berrocal recuerda que siendo niño conoció a fines de 1930 a Mariano Flores cuando trabajó para su madre burilando mates en su finca de Churcampa. (Acevedo 1999).
Existen pocas referencias acerca de la biografía de Mariano Flores. Se sabe que era de origen indígena, y que era quechua hablante e iletrado. Según algunos autores habría nacido hacia 1845 en San Juan; según otros, en San Mateo, ambos pueblos en las alturas de Mayoc, Churcampa. Habría estado casado con doña Eugenia, con quien tuvo cuatro hijos. La noticia de su muerte fue dada a conocer por Nilo Meneses Galíndez en El Comercio el 5 de agosto de 1949: “En el anexo de San Mateo del distrito de Villa de Churcampa, de la provincia de Tayacaja, ha dejado de existir a la edad de 104 años Mariano Inés Flores popularmente conocido con el sobrenombre de “Inés Machu” (viejo Inés)” (Meneses citado en Quijada 1985). Años después, Kelly Carpio (2006), encontró su partida de defunción. El documento consigna que Flores falleció el 18 de mayo de 1949 en el Distrito de Churcampa en el departamento de Huancavelica. Se mencionan además los nombres de sus padres: Narciso Flores y Tomasa Kananga (Carpio 2006, 2022). Entre sus discípulos se encuentran su hijo Claudio, quien en una entrevista hecha por Alberto Carrasco (1941), narró que aprendió a burilar mates ya siendo adulto, en 1932. Hacia 1947 contaba con 46 años y vivía en el pueblo de Locroja (Huancavelica). Roberto Villegas identifica como sus discípulos también a su sobrino Ramón Flores, qiuen vivía en Mayoc, y a Roberto Contreras (Villegas 2001: 88)Seguir leyendo

Título: Mariano Inés Flores dialogando con el Dr. Sergio Quijada Jara
Autor: Anónimo
Créditos: Archivo Sergio Quijada Jara y Eloisa Quijada Macha.
















Huancayo
Décadas de 1930-1940

