Entre los objetos más llamativos del pasado prehispánico andino se encuentran las maquetas de cerámica, madera o piedra. A lo largo de los años, estas piezas generaron debates sobre su función. ¿Eran modelos que servían como referencia para construir edificios?, ¿o eran una versión a escala de estos?
Maquetas prehispánicas
Entre los objetos más llamativos del pasado prehispánico andino se encuentran las maquetas de cerámica, madera o piedra. A lo largo de los años, estas piezas generaron debates sobre su función. ¿Eran modelos que servían como referencia para construir edificios?, ¿o eran una versión a escala de estos?
Por Sergio Saez
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Hoy en día se conoce que estas maquetas fueron réplicas y no prototipos. Es decir, fueron elaboradas para imitar una estructura y no para planificarla. Por ello, las proporciones no coinciden con edificios reales o con las personas que los habrían utilizado. Su valor fue simbólico. Principalmente servían como ofrendas funerarias a individuos destacados de la sociedad (en el caso de los Mochica, Lambayeque o Chimú) o a huacas (en el caso Inca).
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A pesar de ello, las maquetas sí muestran los atributos característicos de las sociedades que las elaboraron, así como la función de cada edificio y recinto. Las maquetas más antiguas, por ejemplo, reproducen versiones idealizadas de los templos: las pirámides son aterrazadas y contienen escaleras y plazas.
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Esta importancia religiosa se refleja también en las maquetas Mochica y Virú, en donde existe una predilección por representar edificios de función ceremonial. Muy distintas son las maquetas Lambayeque, cuyos artesanos escogieron representar espacios seculares antes que religiosos.
Se conoce la existencia de una única maqueta Wari hallada en el sitio arqueológico de Conchopata. A partir de su forma, es probable que se trate de la representación de un almacen típico de Pikillacta. La importancia que le brindó el imperio ayacuchano a este tipo de edificios también se refleja en la decoración cerámica, siendo una urna de gran tamaño uno de los escasos ejemplos de arquitectura pintada.
Las maquetas no solo reproducían palacios, templos y almacenes. Habrían funcionado también como “telones de fondo” para representar algunas ceremonias en particular. Una maqueta Chimú, recuperada en Huaca de la Luna, representa una escena de culto a los ancestros donde personajes entregaban ofrendas a las momias de un ancestro y sus esposas.
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Respecto a las maquetas Inca, se ha postulado que aquellas elaboradas en piedra habrían servido como tableros de juego o espacios para realizar cálculos matemáticos, pero no existe un consenso. Por otro lado, las maquetas cerámicas sí son reproducciones idealizadas de edificios del periodo incaico como chullpas o viviendas que forman una kancha, el conjunto doméstico básico de los Incas.
Finalmente, las maquetas talladas en los afloramientos rocosos tuvieron una indudable función religiosa. La mayor parte de ellas fueron elaboradas en las huacas que recibían el culto estatal. Un caso especial es la Piedra de Saywite, en cuya superficie se tallaron canales, plataformas y felinos que reflejarían el culto imperial al agua y los felinos.
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