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Cristo de la caída
La práctica de cabezas trofeo fue recurrente en varias culturas andinas (Sechín, Paracas, Wari), pero fueron los Nasca quienes la ejecutaron con mayor frecuencia a lo largo de varios siglos. Para conseguir las cabezas no era necesario cortarlas de una persona recientemente fallecida. También se extraían de cuerpos ya momificados.
Cabezas trofeo
La práctica de cabezas trofeo fue recurrente en varias culturas andinas (Sechín, Paracas, Wari), pero fueron los Nasca quienes la ejecutaron con mayor frecuencia a lo largo de varios siglos. Para conseguir las cabezas no era necesario cortarlas de una persona recientemente fallecida. También se extraían de cuerpos ya momificados.
Por Sergio Saez
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¿Cómo se elaboraban? Primero, se decapitaba el cuerpo del individuo con un cuchillo de obsidiana. Luego, se ampliaba el agujero inferior del cráneo para poder extraer el cerebro y se procedía a hacer un hueco en la frente por el cual se pasaba una cuerda atada a una cruz de madera. Finalmente, se cerraban los párpados y labios con espinas de huarango y se rellenaba el espacio entre el hueso y la piel con algodón y material vegetal. Algunas huellas de corte indican que la piel del rostro era retirada completamente para luego ser tratada y colocada nuevamente sobre el cráneo.
¿En qué época aumentó esta práctica? Durante la época Nasca Temprano (50-300 d. C.) las cabezas trofeo son escasas y se hallan principalmente en entierros. Asimismo, aparecen en las representaciones iconográficas de la época, sobre todo en las manos y cinturones de personajes sobrenaturales como el Ser Mítico Antropomorfo o la Ballena Asesina.
Es a partir del periodo Nasca Medio (300-450 d. C.) y, sobre todo, durante la época Nasca Tardío (450-600 d. C.) que las cabezas trofeo aumentan en la iconografía y el registro arqueológico. Este incremento coincide con una mayor recurrencia de escenas violentas y armas en la cerámica. Es probable que este cambio se relacione con el declive de Cahuachi como centro de culto y la descentralización del poder en una época caracterizada por las sequías. La práctica se redujo considerablemente con la llegada del Imperio Wari, desapareciendo completamente en el Intermedio Tardío (1000-1470 d. C.)
¿Qué significado tenían? Las representaciones iconográficas indican que las cabezas estaban asociadas a la fertilidad y agricultura. En varias vasijas se puede observar cómo de las bocas de estas nacen diferentes plantas. También eran empleadas en diferentes ceremonias religiosas y como parte del relleno arquitectónico de edificios.
En épocas posteriores, los cambios socioeconómicos generaron el aumento de violencia y conflicto entre las comunidades. Las representaciones de temas bélicos incrementaron en el arte Nasca, al mismo tiempo que se propaga la práctica de caza de cabezas.
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Más del 80% de las cabezas trofeo corresponden a hombres jóvenes en edad de pelear, lo cual se complementa con el alto número de individuos masculinos (85%) que eran sometidos a cirugías de trepanación craneana. Los análisis de isótopos demuestran que la caza de cabezas sucedía entre los mismos individuos Nasca y no con poblaciones foráneas, revelando un panorama de guerra interétnica alejado de guerras de expansión y conquista.
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Los datos indican que si bien las cabezas originalmente se habrían relacionado con rituales de fertilidad en las primeras épocas Nasca, el creciente conflicto a través de los años generó el incremento de la caza de cabezas, agregándole nuevos significados como el de “trofeo”.
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Las cabezas cortadas no regresaban a sus cuerpos, razón por la cual algunas momias presentan falsas cabezas elaboradas con material vegetal. Incluso se han hallado vasijas de cerámica a manera de reemplazo de los cráneos.
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Fuentes:

Proulx, Donald. 2001. “Ritual Uses of Trophy Heads in Ancient Nasca Society”. En Elizabeth Benson y Anita Cook, eds., Ritual and Sacrifice in Ancient Peru. Austin: University of Texas Press.

Verano, John. 1995. “Where do the They Rest. The Treatment of Human Offerings and Trophies in Ancient Peru”. En Tom Dillehay, ed., Tombs for the Living: Andean Mortuary Practices. Washington D.C.: Dumbarton Oaks Research Library and Collection.

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