Varias figuras femeninas han pasado a la historia a través de los relatos genealógicos o biográficos recopilados en las crónicas durante los siglos XVI y XVII. No solo aparecen mencionadas como esposas, hermanas-esposas o madres de los gobernantes incas, sino también como sujetos con cualidades y personalidades particulares. Algunas de ellas pertenecen a tiempos previos a la formación imperial. Tal es el caso de Mama Ocllo y Mama Huaco, figuras vinculadas al origen del linaje inca y cuya existencia histórica suele ser debatida al encontrarse rodeadas por el denso halo de los mitos. A pesar de ello, los rasgos o roles que las definen en los relatos –la primera como civilizadora, educadora y maestra tejedora, la segunda como guerrera sanguinaria y hechicera– parecen configurar polos opuestos aunque complementarios dentro del conjunto de estrategias que facilitaron el avance imperial.
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La presencia activa de las mujeres en la definición de alianzas políticas parece haber sido decisiva desde épocas tempranas. Según algunas descripciones, fue con el gobierno de Cápac Yupanqui que los señores del Cuzco empezaron a desposar a mujeres de grupos étnicos vecinos, tales como lo antas, ayarmarcas y huayllacanes. Las crónicas mencionan a Mama Micay, mujer de la etnia huayllacán que se unió a Inca Roca, y ayudó en la construcción de nuevos canales de irrigación en el valle de Cuzco. Con esta pareja real se dio origen al linaje del Hanan Cuzco, tiempo en que los gobernantes incas empezaron a establecer sus dominios reales fuera del Cuzco (Covey 2023: 44). Ya en época imperial, la coya o esposa principal era elegida, preferentemente, entre las hermanas del Inca, ejerciendo junto a su esposo el rol de ancestros fundadores de una nueva panaca real.
Las imágenes de estas coyas aparecen en las crónicas ilustradas de Felipe Guaman Poma de Ayala y Martín de Murúa. A través de las páginas de la obra del cronista indígena se nos permite imaginar a dichas mujeres vistiendo sus finas prendas, cuyos colores quedaron revelados en la obra del escritor mercedario.
Sin embargo, cuando se trata de representaciones de figuras femeninas en el arte Inca de época prehispánica, su presencia es escasa y sus formas se caracterizan por la simplifación y estilización de sus elementos. Estas suelen aparecer en pares o en grupos, luciendo sus vestidos largos o túnicas (anacus), mantas (llicllas), fajas (chumpis) y tocados (ñañacas o pampaconas), asi como cargando ciertas plantas con flores. Algunos investigadores han reconocido la flor del ccantu (Cantua buxifolia) y la chillka (Baccharis salicifolia, Baccharis latifolia) (Fernández Baca 1989; Flores Ochoa et. al. 1998; Barraza 2023); así como el sullu sullu (Bomaria dulcis), esta última como una planta con propiedades abortivas (Artzi 2016, 236). Sergio Barraza ha identificado a una de estas especies como la chinchircuma (Mutisia acuminata), planta que crece cerca del maíz, asociación que refuerza la relación entre estas figuras femeninas y la producción del aqha. Hasta el siglo pasado en la región de Cuzco, la imagen de la chinchircuma funcionaba como una señal que indicaba el arribo a una chichería (Barraza 2023, 139-141).

Todos estos elementos permiten reconocer en estos personajes a la figura de las acllas, mujeres que fueron escogidas y separadas de sus familias desde temprana edad, siendo recluidas en los acllahuasis de por vida. Según diversas fuentes, estas mujeres estaban dedicadas al Sol y a otros dioses, tanto como sacerdotisas como en calidad de víctimas sacrificiales; eran concubinas del Inca o podían ser entregadas por éste a manera de premio a quien lo merecía; se convertían en expertas hilanderas y tejedoras luego de ser adiestradas por las mamaconas; servían a la Coya y cocinaban para el Sapa Inca; preparaban chicha y el pan llamado zankhu; eran cantantes y músicos para la corte real y se dedicaban también a pastorear el ganado y labrar las chacras (Artzi 2016, 239).


La chicha de jora elaborada por estas mujeres de la élite cuzqueña estaría destinada al consumo de la nobleza inca y los funcionarios imperiales originarios del Cuzco. De otro lado, las huairuro acllas aparecen con sus anacus bícromos llevando urpus del subestilo Cuzco Rojo y Blanco. Según Santa Cruz Pachacuti, estas acllas abastecían de vestido, alimentos y chicha a las tropas incaicas, protegiéndolas simbólicamente durante las campañas militares (Barraza 2023, 139).

- Artzi, Bat-ami. 2016. “La participación de las mujeres en el culto. Un estudio iconográfico de la cerámica inca”. En: M. Curátola y J. Szeminski (ed.), El inca y la Huaca. La religión del poder y el poder de la religión en el mundo andino antiguo, 227-258. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú.
- Barraza, Sergio. 2023. “Acllas y personajes emplumados en el arte inca”. En: Los incas. Más allá de un imperio, 139-143. Museo de Arte de Lima – MALI.
- Flores Ochoa, Jorge, Elizabeth Kuon y Roberto Samanez. 1998. Quero: Arte inka en vasos ceremoniales. Lima: Banco de Crédito del Perú.